sustentabilidad

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1.1.5 DIVERSIDAD BIOLOGICA

Es la variabilidad entre los organismos vivos de todas las fuentes, incluidos los ecosistemas terrestres y acuáticos y los ecosistemas de los cuales forman parte. Incluyen la diversidad dentro de las especies, entre las especies y en los ecosistemas. La diversidad es la clave para asegurar la continuidad de la vida en la Tierra. Es también un requisito fundamental para la adaptación, la supervivencia y la evolución continua de las especies.

La diversidad biológica, que constituye la base de la existencia humana, no alude sólo a la suma de ecosistemas, especies y genes sino que abarca y comprende la variabilidad dentro y entre ellos.
Dado que la naturaleza puede ser entendida como una red de sistemas o de “todos” los sistemas vivos imbricados en múltiples niveles jerárquicos, la desaparición o pérdida de uno de estos sistemas, implica la variación de parte de la jerarquía que éstos comprendan o de la cual hagan parte. Cada uno de esos niveles se caracteriza por tener una diversidad estructural, funcional y de composición, los cuales se manifiestan en forma simultánea cuando vemos un individuo; son todos estos niveles contenidos en él los que se mueven a través del espacio y el tiempo constituyendo una deliberada explosión incesante de “vida” y derroche recreativo pero sin perder la memoria, esto es, que por sofisticada o “mestiza” que sea la forma, nunca se pierde la memoria de los escalones anteriores, o, lo que es lo mismo, no se pierde ni un sólo instante del tiempo recreado, es decir: la biodiversidad puede ser vista como una obra de arte que se pinta y se repinta hacia el infinito (Ordoñez, 1999).
La extinción y la especiación son dos procesos naturales complementarios que ocurren simultáneamente desde que la vida hizo su aparición en la tierra. El resultado de la relación entre la tasa de especiación y la tasa de extinción es la evolución de las especies: pero si bien la extinción es un proceso natural, hoy en día debido a la intensa transformación que el hombre ejerce sobre el medio natural ha pasado a ser fundamentalmente un proceso antropogénico. El hombre lo provoca, lo decide…
Al comenzar el siglo XXI el escenario que nos aguarda, si las tendencias de transformación y degradación continúan, es el de un vasto territorio modelado por el uso humano de la tierra, con intercalaciones aquí y allá, de algunas manifestaciones naturales. Los hábitats que persistan serán solamente aquellos que permanezcan gracias a su status de “museos” o reservas naturales (actualmente, de acuerdo con el World Resource Institute (1989), aproximadamente un total del 3% de las tierras de la superficie del mundo están altamente protegidas). Se estima la eventual pérdida del 66% de especies de plantas en América Latina y que de este porcentaje de extinción corresponderá a la extinción del 14% de las familias de plantas del mundo y para el caso de la eventual extinción de las aves amazónicas esto corresponderá a la extinción del 26% de las familias de aves existentes en el mundo.
La evolución conduce a recrear, no formas puras, no formas “autonómicas,” sino formas cada vez más combinadas e inclusivas de las formas en ese momento presentes. La naturaleza no es estática ni sus formas coexisten aisladas, se desarrolla en un orden en constante transformación hacia nuevas formas pero cuya novedad consiste precisamente en una mayor aglutinación o nueva combinación de las antes divididas y simples hacia formas integrantes, mezcladas, que a su vez se sumarán a otras creando (o transformándose en) otras nuevas o, lo que es lo mismo, con más elementos o características circundantes que antes existían con su propia corporeidad pero ahora se suman para formar una nueva forma “multiplicada” bajo un organismo individual, coordinado (Ordoñez, 1999). La vida sobre la Tierra adopta diversos rostros. Las diferencias dentro de ecosistemas, especies y genes tardaron millones de años en producirse. Fueron el resultado de incalculables mutaciones y fantásticos episodios de selección natural. Cada microorganismo, animal y planta contiene entre uno y 10 millones de bits de información en su código genético… Una diversidad que no podemos siquiera imaginar.
La biodiversidad es la clave para la seguridad ambiental del ser humano a largo plazo. Ofrece al hombre muchos servicios: limpia el aire, el agua y la tierra, descompone residuos, equilibra el clima, brinda alimentos, resinas, fármacos, materiales para la construcción, fibras textiles, etcétera. Es decir, innumerables materias primas que nos alimentan, nos dan abrigo, nos mantienen sanos y nos permiten sostener nuestras múltiples actividades sobre el planeta. Una gran cantidad de especies ayuda a sostener las condiciones ambientales que nos permiten vivir sobre la Tierra, y asegura nuestra resistencia ante los cambios dañinos en el entorno.
A todo ello, el hombre ‘suma’ hoy una interesante fase de aprovechamiento: el uso de los principios activos dentro del sofisticado mundo de las biotecnologías finiseculares. Para lograrlo ha debido salir a explorar la estepa y la selva, la floresta y la tundra… guiado por quienes vienen conviviendo y utilizando sustentablemente esa biodiversidad desde tiempos ancestrales, evidenciándose así la necesidad de asegurar el mantenimiento y el desarrollo del conocimiento indígena.

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